Cuando fallece un ser querido se
altera el equilibrio personal, familiar y social y la consiguiente adaptación a la pérdida
supone una reorganización, a corto y a largo plazo, en la que las etapas de
duelo sociales, familiares e individuales se influyen mutuamente.
Ante una situación de pérdida
necesitamos el contacto con los otros y esa conexión es de vital importancia
para el equilibrio emocional actual y futuro. Según, van der Kolk (1996) el
impacto en la memoria de la pérdida esta mediatizada por la presencia o
ausencia de una relación de apoyo de otro ser humano.
Si el entorno no puede reconocer
y validar el sufrimiento, no puede ayudar a la persona que ha perdido a un ser
querido a expresar sus sentimientos y necesidades, si no recibe el contacto
cálido y comprensivo de los allegados, los sentimientos de dolor pueden
acrecentarse (Payás, 2012).
Ante el estado de alarma y el
confinamiento que conlleva el Covid-19 muchas personas se encuentran solas
frente a la pérdida de un ser querido. No tenemos los besos, abrazos y palabras
de cariño de los otros, que, auque no evitan el dolor nos puedan ayudar a aceptar estos momentos por si
mismos difíciles. Esta ausencia de contacto de apoyo en el momento de la
pérdida lo llamamos “pérdida secundaria” lo que puede llevarnos en un futuro al denominado “duelo
patológico”.
El "duelo patológico" nos lleva a mantener la tristeza, los sentimientos de culpa, ira y soledad, durante meses e incluso años. No podemos seguir con nuestra vida como antes de la pérdida, el dolor por la pérdida interfiere en nuestro día a día, la angustia y ansiedad ante el recuerdo de la persona fallecida aparece reiteradamente a pesar del paso del tiempo.
¿Qué puedo hacer para evitar un "duelo patológico"?
Tanto si nos encontramos
confinados con la familia como si estamos solos, es importante que compartamos
el dolor, que hablemos entre nosotros de lo que nos ha ocurrido, de cómo nos sentimos, y ante todo arropar y
sentirse arropado por los otros. Llorar juntos todo lo que deseemos, no bloquear
las lágrimas por evitar que las personas que queremos nos “vean llorar”, estamos tristes y lo compartimos, como en
otras ocasiones compartimos las alegrías.
Vamos a aprovechar las
herramientas que tenemos en nuestras manos. No podemos tener contacto físico
pero si podemos vernos, y escucharnos. Las llamadas de teléfono, los mensajes,
las videollamadas nos ayudan a sentirnos cerca y acompañados de los otros, pese
a la tristeza podemos mantener este lazo de unión.
Nos ayudaría tener presente una
foto de la persona que se ha ido y hablar de ella y con ella, de lo que nos ha
pasado, de lo que estamos viviendo ahora, de como ha ocurrido todo. Si estamos
en familia podemos dirigirnos todos reunidos a esa persona que se ha ido,
escuchar lo que cada uno quiere contarle, compartir recuerdos y anécdotas. No tenemos los ritos y las ceremonias que
hubiesen sido lo normal en otras circunstancias y que nos ayudan a gestionar el
dolor, pero si podemos crear nuestras propias ceremonias, ya tendremos tiempo
luego de hacerlo fuera.
No podemos cambiar lo que nos ha pasado, pero si podemos mejorar nuestro futuro.
Aquí os dejo un link con la guía
que ha publicado en Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid para
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